Menospreciando a Humanos
Necesito volver a hablar de un tema sobre el que escribí hace un par de semanas: demonizar, deshumanizar u odiar al otro con el que uno tiene desacuerdos o diferencias. Escribí que Jesús mismo nunca hizo tal cosa. Mantuvo una paciencia interminable para tratar de mantenerse en contacto con sus oponentes y fue paciente para darles tiempo para su conversión. Jesús es nuestro ejemplo a seguir.
En la sociedad, así como en la iglesia y la política, la demonización antes mencionada ha ocurrido continuamente a través de los siglos. Y, siempre ha estado mal! La dinámica de menospreciar a aquellos con los que uno no está de acuerdo persiste, especialmente en relación con temas que "presionan los botones” de algunas personas al hablar de ciertos problemas. Por ejemplo, las personas pro-vida y las personas pro-elección (pro-choice) se consideran el uno al otro como el epítome del mal. En otro caso, las personas a favor de las armas y aquellas que desean limitar las compras de armas y solicitar evaluaciones de la salud mental de una persona antes de permitir las compras de armas se han visto como moralmente incorrectas, antipatrióticas o algo peor. Además, la pena capital a menudo ha traído polos opuestos al conflicto y la demonización. Y como señalé en el artículo anterior, los debates públicos sobre inmigración han dado lugar a que los inmigrantes sean referidos en términos despectivos y tratados de manera inhumana.
Ningún mal comportamiento del pasado puede usarse como excusa para el mal comportamiento presente. Usar un lenguaje deshumanizante sobre nuestro prójimo estuvo mal en el tiempo de Jesús, y todavía está mal hoy en día. AHORA es el único momento en el que estamos llamados a actuar. AHORA es el tiempo que tenemos. No podemos cambiar el pasado y el futuro no está garantizado.
El Papa Francisco compartió un mensaje en una misa especial para personas que necesitan asilo, los refugiados y migrantes a principios de este año, diciendo que si bien el temor era una respuesta humana comprensible a la inmigración, no debería llevar a la ira y el rechazo: “Las comunidades locales, a veces, temen que los recién llegados perturben el orden establecido, “roben” algo que se ha construido con tanto esfuerzo. Incluso los recién llegados tienen miedos: temen la confrontación, el juicio, la discriminación, el fracaso…Tener dudas y temores no es un pecado. El pecado es dejar que estos miedos determinen nuestras respuestas, condicionen nuestras elecciones, comprometan el respeto y la generosidad, alimenten el odio y el rechazo.”
(Homilía del Papa en la Misa por la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado)
Paz, Padre Andy