Enamorados de riquezas, dinero, fortunas y poder
¡Jesucristo ha resucitado, Aleluya! ¡En verdad, Resucitó, Aleluya!
¡Felices Pascuas! Me preocupa que incluso los cristianos se hayan enamorado de las riquezas, del dinero, de las fortunas y del poder que el mundo promueve. La mayoría de nuestras familias parroquiales no son parte de “los ricos” y nunca serán consideradas ricos en términos monetarios. Aun así, pasamos mucho tiempo pensando en “hacernos ricos”.
Confiar en el amor, la misericordia y la presencia y disponibilidad constantes de Dios es el punto central de nuestra fe. Creer que Dios ha estado, está ahora y siempre estará presente es la creencia central que nos ayuda a soportar todas las cosas, desde la alegría hasta la tristeza.
Si lo anterior es cierto, entonces ¿por qué los cristianos, católicos en nuestro caso, ponenmos tanto énfasis en los salarios, sueldos, beneficios, vacaciones, fondos de jubilación, carteras de inversión, herencias, hogares, ropa, símbolos de estatus, automóviles, barcos, la tierra “al norte” y pólizas de seguro, etc.? ¿Por qué leemos los informes sobre los cambios del mercado de valores con más interés que un buen comentario católico sobre la Biblia, o una buena reflexión espiritual sobre Jesús, nuestro Salvador? ¿Por qué no ponemos más énfasis en las enseñanzas centrales de Jesucristo sobre el perdón, el amor al prójimo y al extranjero, y el cuidado de los más necesitados (Mateo 25:31-46)?
Como acabamos de salir de la Cuaresma en la que tratamos de convertirnos en “mejores personas”,
muchos de nosotros enfatizamos los sacrificios y las disciplinas para que pudiéramos dejar de pecar. O bien, tratábamos de acercarnos más a la santidad. De hecho, muchos de nosotros echamos de menos un reconocimiento importante que puede hacernos verdaderamente personas “buenas y santas”. ¡No reconocemos que Dios siempre está cerca! Este conocimiento es la base de lo que nos hace buenos y nos ayuda a convertirnos en personas aún mejores.
No hay sacrificio o disciplina que pueda “ganar” la misericordia y el amor de Dios. ¡No podemos GANAR lo que Dios ya quiere darnos! Tampoco podemos ganar suficiente dinero, o tener suficientes posesiones, para salvar nuestras vidas terrenales. ¡Dios ya quiere que VIVAMOS y vivamos PARA SIEMPRE!
Debemos dejar de seguir la dinámica del mundo donde más dinero y cosas son la medida de nuestro valor. En cambio, debemos recordar lo que Jesús enseñó. Él nos enseñó que somos amados. Y, nos demandó ser
líderes sirviendo a nuestras hermanas, hermanos y vecinos (Juan 13:1-17). De hecho, nos enseña a ser “vecinos” de los demás (Lucas 10:25-37).
Jesús nos enseñó a dar nuestra atención a los pobres. Era un aliado del forastero, el impuro, el pecador, el pobre y el vulnerable (viuda, huérfano e inmigrante). Jesús nos mira a cada uno de nosotros con amor y dice: “Vete… hacer… dar… y luego sígueme,” (Marcos 10:21). ¡Confía en Jesús! Deja a lado los engaños del mundo.
¡Jesús ha resucitado, Aleluya!
Paz, P. Andy