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Autor: Aidee Boesen

La Carga De Este Último Año

Permítame hacer algunas observaciones de nuestra familia parroquial desde el comienzo de la pandemia hace un año. La generosidad que nuestra parroquia ha demostrado, siempre que se nos ha pedido, ha sido una tremenda bendición para tantos otros. Cuando pedimos ayuda para aquellos que experimentaron dificultades inmediatas debido al cierre de la pandemia hace un año, muchos feligreses se presentaron. La gente se ofreció a hacer máscaras y distribuirlas. Otros fueron de compras para aquellos que estaban enfermos y en cuarentena, y luego entregaron los alimentos y artículos de limpieza a las familias necesitadas. Otros hicieron donaciones a nuestros fondos parroquiales de nuestra despensa de alimentos y nuestro “Fondo para los Pobres” de emergencia. Hemos distribuido ayuda significativamente, pero los fondos nunca se han agotado.

Algunos feligreses dieron un paso adelante al abogar por aquellos trabajadores que estaban siendo pasados por alto y no estaban adecuadamente protegidos al principio de la pandemia. Todos nos familiarizamos con el término “trabajadores esenciales”, pero no siempre pensamos en qué tipo de trabajo hacían. Muchos de esos trabajadores son nuestras hermanas y hermanos de fe de la parroquia. Los rancheros, los trabajadores de procesamiento de alimentos, los empleados de la industria de empacadores de carne, los trabajadores de las tiendas de comestibles, el personal de atención médica, los trabajadores auxiliares de los hospitales por ejemplo conserjes, dietistas, farmacéuticos, trabajadores de la lavandería, etc. continuaron trabajando. Además, muchos empleados del servicio público continuaron trabajando: policías y bomberos, saneamiento y agua, electricidad y teléfono. No puedo enumerar a todos esos trabajadores que, tal vez, querían quedarse en casa y evitar infecciones, pero de todas maneras iban a trabajar todos los días.

Luego están aquellos que perdieron trabajo en las industrias de servicios como hoteles y restaurantes, y otros en áreas de hospitalidad y entretenimiento. Muchos de esos trabajadores y artistas no han podido trabajar durante un año en su empleo que escogieron.

Por supuesto, las escuelas han sido una gran preocupación durante la pandemia. El aprendizaje virtual se ha convertido en una nueva normalidad. Esperamos con ansias el día en que no sólo algunas escuelas ofrecen educación en persona, pero CADA escuela puede dar la bienvenida a los estudiantes al salón de clases en la escuela, ¡de forma segura!

A todos los voluntarios y donadores que se han ayudado mutuamente a soportar la carga de este último año, les digo: “¡Gracias!” En la parroquia nos hemos beneficiado de aquellas personas con experiencia en vídeo y tecnología, aquellos ministros que vinieron a hacer de la Eucaristía transmitida en vivo lo mejor que podía ser, y aquellos que han estado dispuestos a agarrar un trapo y una botella de desinfectante después de la misa para limpiar bancas, puertas, accesorios de baño, etc. ¡Gracias a todos!

Paz, Padre Andy