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Autor: Aidee Boesen

!El reino de Dios en la tierra!

A lo largo de la novedad y la disrupción de nuestras rutinas, hay al menos una verdad en la que podemos confiar: el amor de Dios y el don de la gracia de Dios para amar a los demás, incluso a nuestros enemigos. Seguiremos teniendo que cooperar, colaborar y trabajar en equipo por el Bien Común. ¡Trabajemos juntos y conspiremos para llevar la luz del Reino de los Cielos en la tierra!

La comunidad médica nos ha traído muchas buenas noticias sobre las vacunas contra COVID-19, tanto a nivel local y mundial. Algunos de nuestros feligreses han regresado y están presentes para la celebración de la Eucaristía. Citan haber recibido la vacuna como la razón para volver a hacer actividades fuera de casa. Me han dicho que también han sido más activos de otras maneras. Es una experiencia liberadora que me demuestra y deja sentir su felicidad.

Sin duda, también hay razones para continuar con la precaución. Las máscaras, el mantenimiento de la distancia física y la buena desinfección de las manos siguen siendo necesarias. Me gustaría recordar a la gente que saludar de mano siempre ha sido una manera de propagar gérmenes. Con los peligros del coronavirus tenemos que tener mucho cuidado de no facilitar la infección. Tocar los ojos, la nariz o la boca con la mano o los dedos sin antes desinfectar las manos sigue siendo un comportamiento riesgoso. Debido a que conozco a tantas personas diferentes, muchas de las cuales son vulnerables a la gripe, COVID-19, resfriados y otras infecciones, especialmente a los ancianos, no estoy listo para ofrecer mi mano a todos los que conozco. Los invito a saludarse unos a otros con el deseo de mantener una buena salud para todos.

Fue hace un año en este parte de marzo que se pusieron límites a las reuniones públicas. Empecé un período de celebración de misa y otros momentos de adoración frente a las cámaras. Y todos ustedes comenzaron a participar en la misa parroquial de la mejor manera posible a través de Facebook, o televisión, con misa desde la Catedral. Para algunos de ustedes este sigue siendo el medio principal por el cual participan en la adoración de su comunidad de fe. Les aplaudo y les afirmo por su perseverancia en tiempos difíciles.

Aprender a leer las Escrituras por nuestra cuenta y formular nuevas formas de orar es una novedad para muchos de ustedes. Admito que orar por la “comunión espiritual” ha sido una manera por la cual me he vuelto más consciente de las limitaciones que algunas personas experimentaron mucho antes de las restricciones covid-19. Las personas que no pueden asistir a misa debido a enfermedades, debilidades que vienen con el envejecimiento, así como aquellas cuyo estatus les impide recibir la Santa Comunión (generalmente relacionada con el matrimonio) se han convertido en un nuevo enfoque de oración para mí. ¡Oremos por la edificación del reino de Dios en la tierra!

Paz, Padre Andy