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Autor: Aidee Boesen

Oraciones Inesperadas

¡María, inmaculadamente concebida, ruega por nosotros! María, Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros! Son invocaciones para la intercesión de Santa María que necesitamos invocar en estos días. Primero, debemos hacerlo porque las fiestas son esta semana. En segundo lugar, María es la intercesora mas grande que ora por la familia de fe de su Hijo, la Iglesia. En tercer lugar, María purísima, es la patrona de los Estados Unidos, Nicaragua y Filipinas y, por lo tanto, necesitamos su intercesión protectora. Y, María, Nuestra Señora de Guadalupe, es la patrona de México y otros países latinoamericanos, así como la Patrona de Todas las Américas. En estos tiempos de COVID-19 y las consiguientes dificultades, enfermedades, pérdidas económicas y muertes, hay que recordar que María, Madre nuestra, está orando para que podamos aguantar las cargas. Necesitamos la seguridad de sus oraciones por nosotros, siempre. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y [hasta] en la hora de nuestra muerte. Amén.

El Día de Acción de Gracias, después del final de la misa de las 9:00, después de que todos se habían ido, tres vagabundos llegaron a las puertas. Necesitaban ir al baño. Así que los dejamos entrar. Uno de los hombres es bien conocido por mí. El me presentó a los otros dos. Estaban muy agradecidos por el acceso a los baños. Uno de ellos tenia mucha curiosidad con respecto a la iglesia y nuestra fe. Entró a la iglesia y se sorprendió de su tamaño y belleza. El otro me hablo de la muerte de su madre hace algunos años y su tristeza. Le dije que debía pedirle a su mamá que rezara por él. Me miró con sorpresa. Esa idea no se le había ocurrido. El otro hombre me escuchó y con sorpresa dijo: “¿Puedes hacer eso, pedir a los muertos que oren por ti?” Le respondí que la gente lo ha hecho durante miles de años. Pedimos a los santos que oren por nosotros todo el tiempo. Le expliqué que esta es la razón por la que tenemos estatuas, pinturas y vidrieras de los santos.

Entonces, el hombre me sorprendió y me preguntó si pudiera rezar una bendición sobre ellos tres. Lo hice. Entonces, preguntó si los tres podían orar una bendición sobre mí. Acepté. Empezó a orar y sentí su sinceridad. Pero, él seguía orando y orando, y yo sabía que un hombre aún no había usado el baño. Así que, cuando el hombre se detuvo en su oración, dije: “Por medio de Cristo nuestro Señor”, y todos dijimos “Amén”. ¡Le dije que teníamos que concluir, porque había cosas prácticas que había que completar! Entendió al ver como su amigo se apresuró al baño.

Paz, Padre Andy