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Autor: Aidee Boesen

La Gracia de Dios En Los Jóvenes

Los hijos e hijas adolescentes son una bendición en nuestras familias. Cuando los vemos madurar, crecer y aprender, vemos el fruto de la gracia de Dios trabajando. Los jóvenes necesitan mucha paciencia para sí mismos y para los demás. Necesitan ser perdonados, a menudo. Sin previo aviso, pueden demostrar una tremenda generosidad o egoísmo. Su actitud es difícil de predecir. Al final, los adolescentes son muy vulnerables y utilizan muchas herramientas o actitudes diferentes en un intento de protegerse. En las mejores condiciones auto-protegerse es difícil. Necesitan buenos padres, amigos fieles y maestros leales y sabios para ayudarlos. Finalmente, emergen de la adolescencia a la edad adulta. Muy a menudo, hay evidencia de algunas cicatrices y algunas lesiones, tanto físicas como psicológicas. Pero, la mayoría de estos adultos jóvenes están listos para hacer su contribución a la sociedad y específicamente a su comunidad de fe.

El bautismo de Jesús por Juan marca un nuevo período en la vida de Jesús. Es completamente adulto y ha llegado a un cambio de una vida tranquila a una vida más pública. En este punto el tiene confianza en sus pensamientos y creencias y podemos ver su confianza en sus declaraciones, acciones e interacciones y relaciones con los demás.

¿Dónde estaba Jesús antes de esto? ¿Qué había estado haciendo y con quién? ¿Qué tipo de experiencias había estado teniendo? Estas preguntas me llevan a preguntarme acerca de ese período de la vida de Jesús cuando tenía unos 12 años hasta que Juan lo bautizó. Recuerde que él se quedó en Jerusalén después de que sus padres partieron para hablar con los líderes religiosos en el Templo. Después de eso sabemos muy poco.

Podemos especular que Jesús estaba a punto de comenzar su adolescencia después del evento del Templo a la edad de doce años. Sabemos que los niños judíos pasan de su infancia a esa fase en la que son reconocidos como casi adultos y, por lo tanto, son responsables de sus acciones. Ser responsable significaba que Jesús necesitaría prestar atención a la ley y los mandamientos. Con su familia y la comunidad en general, sería responsable de “amar a Dios, al prójimo y a sí mismo” de manera responsable. Podía mostrar ese amor al guardar el día del Señor, al participar en los rituales de la sinagoga y al ayunar y orar como un judío fiel.

La adolescencia de la vida de Jesús fue importante para su ministerio adulto y público. En repetidas ocasiones, nos muestra que había desarrollado hábitos de oración fuertes y profundamente arraigados y que conocía las Escrituras. Hacemos bien en reconocer y afirmar la importancia de las experiencias de adolescentes y adultos jóvenes en el desarrollo de los creyentes sabios y fieles de hoy. ¡Alentemos y afirmemos a nuestras familias mientras ayudan a crecer a los adolescentes de hoy!

Paz, Pr. Andy