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Autor: Aidee Boesen

“… corremos el riesgo de no oír [o ver]…”

¡Feliz Navidad! ¡Que la Luz de Dios nazca de nuevo en ustedes esta Navidad! Que su familia, amigos, compañeros de trabajo y extraños sepan que el amor y la luz de Dios están en usted.

La semana pasada anticipé la Navidad escribiendo sobre el Príncipe de Paz de quien habla Isaías y a quien vemos nacer en el niño Jesús. Mientras continúo meditando en la imagen de Jesús como un príncipe de paz, busqué a otros que pensaran de manera similar. El año pasado, descubrí que el Papa Francisco habló de “verdadera paz”, en su bendición sobre la ciudad de Roma y el mundo entero la Navidad pasada. Señaló, como yo, que somos vulnerables a perder el enfoque en las necesidades del mundo, especialmente para la paz. Él dijo: “Parece que no terminan nunca y casi pasan desapercibidos;…corremos el riesgo de no escuchar los gritos de dolor y desesperación de muchos de nuestros hermanos y hermanas.” (Mensaje Urbi Et Orbi, 25 Diciembre 2022).

En el mensaje el Papa habló de los conflictos en curso en Siria, entre Israel y Palestina, y también en el Líbano. No tengo ninguna duda de que este año hablará sobre la necesidad de paz entre Ucrania y Rusia. Esa guerra comenzó en febrero de este año. ¿Seguimos prestando atención y orando por la paz en Ucrania? O tal vez, ¿te has sentido atraído por el “teatro de guerra”? Ves las pantallas de teléfonos inteligentes y televisores en busca de imágenes de misiles volando, aviones y helicópteros derribados y bombas lanzadas sobre objetivos como en un videojuego. Tal vez te quedes atrapado sintiendo y pensando: ¡Fascinante! ¡Increíble! Pero, ¡realmente todo es HORRIBLE! La gente está muriendo. ¿Somos conscientes de la vida de los niños que crecen en una zona de guerra, no van a la escuela, se apresuran a ir a los refugios antiaéreos, ven morir a otros, incluso a sus padres? Buscan alimentos comestibles y no confían en los hospitales porque estos lugares de refugio se han convertido en objetivos de guerra.

Como dijo el Papa Francisco hace un año, y puede repetir este año, “… corremos el riesgo de no oír [o ver]…” Pero, debemos ver con ojos navideños y escuchar con oídos navideños, y sentir con sentimiento navideño que el Cristo desea paz. No debemos dejar de preocuparnos porque “aquí no hay bombardeos”.

¡Nos importa PORQUE Cristo nació el día de Navidad! ¡Nos importa porque su vida y su luz están en nosotros! Nuestras hermanas y hermanos viven en Ucrania, Irán, China, Arabia Saudita, Nigeria, Somalia, México, Nicaragua, Rusia, etc. El Cristo también nace en la gente de esos lugares. ¡Por esta razón nos importa! Y, oramos y actuamos por la paz y la justicia, cerca y lejos. ¡Cristo, nuestra Paz, ¡vive! Que podamos mostrarle al mundo esta verdad navideña. 

Feliz Navidad y Paz, P. Andy