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Autor: Aidee Boesen

Ellos No Necesitan a la Iglesia

Muchos jóvenes me dicen que no necesitan a la Iglesia, ni los Sacramentos. Por lo tanto, sé que necesitamos ejemplos inspiradores para guiarlos en el mundo. Por supuesto, los padres, abuelos y otros miembros de la familia pueden ser ejemplos de una vida como la de Cristo, pero muchas familias están perdidas en el mundo. Los miembros de la familia siguen supersticiones y tradiciones que no pertenecen a nuestra fe católica. Sus hijos observan y luego rechazan las tradiciones, etc. Además, nuestras familias son capturadas por el mundo donde dominan el materialismo, Wall Street, Hollywood, el individualismo, la codicia y el egoísmo. Los jóvenes están desilusionados por nuestras lealtades divididas.

Los jóvenes ven la codicia del presente y la falta de atención a problemas a largo plazo como el cambio climático global, racismo y los prejuicios. No están seguros de que las generaciones mayores se preocupen por el futuro de los jóvenes. Escuchan a los cristianos proclamar: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, y no pueden entender la manera en que nos tratamos unos a otros. La división política y el rechazo de sus amigos y compañeros en la comunidad LGBTQ+ resultan en confusión. Ellos no ven razones para admirar o seguir la fe cristiana si toleramos tales pecados. Debemos darles mejores explicaciones de nuestra fe, o revisar los fundamentos de la doctrina de la iglesia.

En las últimas semanas hemos escuchado a San Pablo, en su carta a los Colosenses, afirmar que Cristo es la imagen a través de la cual toda la creación ha llegado a existir: “Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles…”(Col 1,15-16). Por supuesto, “creó todas las cosas” significa TODAS las cosas y TODAS las personas. Y, si no obedecimos esa verdad y pecamos, Cristo nos ha dado un nuevo comienzo, “Pero él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados,” (Col 2,13). Por lo tanto, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de, “Dar muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría. No sigan engañándose unos a otro,” (Col 3,5).

He escuchado a los llamados líderes “cristianos” condenar e incluso pedir la muerte de mujeres que tienen abortos y personas homosexuales. ¡Esta no es la enseñanza cristiana católica! Como puede leer arriba, aquel a través del cual todo es creado también está listo para perdonar. Debemos colaborar.

Si queremos que los jóvenes regresen a la fe cristiana y a la adoración en la Iglesia, entonces mostrémosles amor y perdón. No nos corresponde a nosotros condenar.

Paz, P. Andy