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Autor: Aidee Boesen

¡Respetemos LA VIDA!

Me siento un poco atrasado, pero los temas sobre los que escribo esta semana son preocupaciones constantes para nosotros, como personas de fe y como seres humanos.  

      Del 18 al 25 de enero fue una semana de oración por la unidad de los cristianos. ¡Espero que estuvieron enterados! Rezamos oraciones especiales en la Misa tanto en las misas dominicales como en las diarias. Seremos sabios por buscar la unidad, siempre. En nuestro mundo en el que muchas personas parecen preparadas para estar en conflicto con los demás, en lugar de en paz, nuestra misión cristiana hacia la unidad es muy importante. Podemos aplicar esa misión en la tienda de comestibles, en la gasolinera, en un restaurante, en un lugar de comida rápida, en nuestros hogares, en la escuela y en muchos otros contextos donde la impaciencia y la sospecha del otro parecen gobernar el día. En el Evangelio de Juan escuchamos a Jesús orando por la unidad, porque nuestra unidad está fundada en Dios:

“Padre…para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí, (Juan 17,21-23).

La otra fecha importante de conmemoración que acaba de pasar es el 21 de enero de 2022. Ese es el 49º año desde la decisión de la Corte Suprema de legalizar el aborto. Sin embargo, ¡valoramos la vida TODOS LOS DÍAS! Nuestro “respeto por la vida” debe ser abarcador y constante. Seguramente, vemos la oportunidad y el privilegio de traer una nueva vida al mundo como un regalo de Dios. Pero, como seres humanos, creamos innumerables complicaciones. Por ejemplo, con demasiada frecuencia, los hombres y los niños no reconocen la dignidad de las mujeres y las niñas, viéndolos como objetos para su placer. O bien, los esposos y las esposas ponen expectativas poco realistas el uno sobre el otro y enfatizan las preocupaciones financieras sobre las preocupaciones por los hijos y la nueva vida. A veces, las mujeres y las niñas no ven su propia dignidad y piensan que si se entregan a los deseos de los demás serán valoradas.

Todo lo anterior puede conducir al llamado embarazo “no deseado,” “de crisis,” o “inesperado”. Esa “carga”, entonces, a menudo se coloca completamente sobre la mujer o la niña. Ella debe tomar una decisión sobre algo para lo que no planeó y para lo cual tiene poco apoyo. Las malas decisiones a menudo se toman en tiempos de crisis. Como comunidad de fe, tenemos mucho que hacer para enseñar a la próxima generación sobre su propio valor humano, el respeto que debemos unos a otros como mujeres/muchachas y hombres/muchachos, sobre la santidad de la vida y las responsabilidades de la paternidad que se sirven mejor en el contexto del matrimonio, etc. De hecho, ¡respetemos LA VIDA!

¡Dios perdona! ¡Arrepintámonos!

Paz, P. Andy