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Autor: Aidee Boesen

“Protejamos” A Nuestros Hijos

Mensaje del P.  Andy:  Hay tantos desafíos para mantener a nuestros hijos seguros y saludables. Debemos proteger a nuestros  hijos en casa, en la escuela y en eventos deportivos y sociales. A veces, necesitamos confiar en otros miembros de la familia o amigos con la tarea de vigilar a nuestros hijos. Por supuesto, en la escuela, confiamos nuestros hijos a maestros y personal que han sido capacitados para educar y proteger. En la iglesia, también, exigimos profesionalismo en el ministerio y respeto por nuestros hijos.

Nuestros hijos merecen una protección amorosa. Debemos ayudarlos cuando no saben cómo ayudarse a sí mismos. Por ejemplo, estamos obligados a tener asientos de carro especiales para bebés y niños menores de cierta edad y tamaño. Estos asientos han demostrado ser muy útiles en momentos de accidentes o paradas repentinas. Como padres y adultos responsables, debemos conducir con seguridad por el bien de los niños. Conducir con problemas por la falta de sueño, o el consumo de alcohol, o por distraerse con los teléfonos celulares son indicios de una falta de prudencia y cuidado para los vulnerables. Los niños de cierta edad no pueden determinar la capacidad de un adulto para conducir. No tienen otra opción. Deben confiar en nosotros. ¿Somos dignos de confianza?

Además de proteger a los niños del daño físico, necesitamos evaluar nuestra efectividad como maestros sobre la fe católica y la vida espiritual. Debemos responder a sus necesidades espirituales en el mundo en el que vivimos actualmente. El mundo y nuestra comunidad local han cambiado desde que muchos de nosotros éramos niños y adolescentes. Esta generación requiere explicación, justificación y pruebas sobre las bases de los elementos de su fe. La palabra de los padres o abuelos no es suficiente.

Por lo tanto, debemos proporcionarles pruebas. Debemos mostrarles que, “¡mi fe en el Dios de Jesucristo, me importa!” Necesitamos demostrar el valor de nuestra propia paz y fortaleza, incluso en medio de dificultades, enfermedades, tragedias y sufrimientos. Nuestra preparación para celebrar el Sacramento de la Eucaristía los domingos, o el Sacramento de la Reconciliación de forma regular, influirá en nuestros hijos. Si nuestros hijos nos ven abandonar la comunidad de fe, o sólo buscan la ayuda de la comunidad en tiempos de necesidad, aprenderán que las comunidades de fe son relaciones unilaterales. Aprenderán que: “Vamos a la iglesia cuando estamos en necesidad”.

De hecho, debemos crecer en nuestro conocimiento de las Escrituras, la espiritualidad (formando una relación con Dios), las enseñanzas de la iglesia, y la adoración, etc. Debemos fomentar la conciencia de los niños que en medio de un mundo que enfatiza las necesidades individuales, nuestra fe exige que hagamos esfuerzos por construir comunidad en el amor. “Protejamos” a nuestros hijos y démosle la seguridad de una comunidad de fe orante y amorosa. 

Paz, P. Andy