Ira, Violencia… No Justificada
Tal vez usted ha ya visto a alguien que está siendo intimidado o acosado en una tienda, en un restaurante o en la calle. Tal vez usted intervino para tratar de disminuir la intensidad, la ira y la violencia de la situación. Sin saber la razón inicial del conflicto, usted solo sabía que tal ira, incluso violencia, hacia otra persona no puede justificarse. El primer paso: reducir la intensidad.
Puede que usted no haya podido resolver el problema en plena confrontación, pero usted quería traer una nueva luz, una paz, a lo que parecía ser algo muy oscuro. Usted no intentaba buscaba ponerse del lado de nadie, si no abogar por los vulnerables lo cual es una acción similar a la de Cristo. “Verdad”, “justicia” y “paz” no son perspectivas opuestas, sino más bien la meta de cada relación. El segundo paso: la paz de la verdad.
Si usted pudiera quedarse con las personas que habían estado en conflicto, podría facilitar la reconciliación. Esa reconciliación es un objetivo profundo. Requerirá humildad de parte de las personas involucradas. El tipo de resolución de la que estoy hablando usualmente toma tiempo para los seres humanos. Pero, este tercer paso, la reconciliación, es un gran objetivo a perseguir.
Dar paz y reconciliación a otros es un acto de llevar y compartir el Evangelio de Jesucristo a los demás, o sea, “evangelizar”. Un ejemplo principal es cuando perdonamos a otros, o cuando participamos en el acto de perdónar, aun lo que parece algo “imperdonable”. Tal participación es compartir nuestra fe en Cristo y su Buena Nueva: ¡Dios perdona! ¡Debemos intentar perdonar también! Jesús nos demostró lo grandioso del deseo de Dios de perdonar. Nosotros también debemos hacerlo.
Otros actos de evangelización incluyen el servicio a los pobres y sus necesidades, y el servicio dentro de la comunidad de fe en el culto, por ejemplo, participar/asistir a la Eucaristía, proclamar la Palabra de Dios, servir en el altar, etc. Enseñar a los niños y adultos acerca de la fe cristiana, prepararlos para recibir los Sacramentos y mostrarles cómo amar y servir a su prójimo son formas adicionales de evangelizar.
Ultimadamente, hay un sin fin de formas en que podemos llevar la Buena Nueva de salvación en Jesucristo a los demás. Y evangelizamos no porque haremos que todos crean en Dios a través de Jesucristo, sino más bien porque somos responsables de compartir el evangelio. No podemos exigir ni obligar a nadie a seguir a Cristo. Nosotros invitamos, y luego damos la bienvenida a aquellos que llegan a creer. Les mostramos con nuestras acciones y les enseñamos con nuestras palabras que Dios salva, el significado del propio nombre de Jesús: Yeshúa – Dios salva. Que tengamos la valentía de compartir y vivir esa verdad.
Paz, P. Andy