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Autor: Aidee Boesen

Me Pregunto… “Qué si…?”

A menudo me digo a mí mismo, y propongo a otras personas las palabras: “¿Qué si…?” Esto puede ser el comienzo de algún pensamiento y/o conversación creativa. “¿Qué si…” no es una crítica al presente o al pasado, sino que indica una conciencia de que cualquiera que sea la realidad actual, puede presentarnos las condiciones necesarias para intentar algo nuevo.

Pensando en términos de “Qué pasaría si”, debemos comenzar con la realidad actual. Podríamos decir, “dado X como el caso, ¿qué si…?” Por ejemplo, “Dado que nuestra participación de feligreses ha disminuido en el horario de las Misa X e Y, ¿qué pasaría si usáramos nuestros recursos parroquiales enfocándonos más “en X”? O, dado el nivel actual de presencia y participación de los jóvenes en nuestra parroquia, ¿qué pasaría si invirtiéramos en algunas actividades e iniciativas diseñadas para responder a sus necesidades particulares?

Los ejemplos anteriores se refieren a realidades generales. Una realidad aún más actual: dado el aumento de las infecciones de COVID en el condado de Brown, ¿qué pasaría si redoblamos nuestros esfuerzos para protegernos unos a otros y a nuestras familias y seres queridos de infectarse? Hay muy poco que podamos o necesitemos ordenar o exigir si todo el mundo está de acuerdo en que no queremos que nadie se infecte. Desear lo contrario es simplemente poco caritativo y anticristiano. Dado que un mandato de cualquier tipo no es aceptable para muchas personas, ¿qué pasa si simplemente estamos de acuerdo en que prevenir, o al menos limitar, la propagación del COVID-19, y específicamente tratar de limitar la propagación del variante Delta que es altamente infeccioso, ¿es nuestro objetivo? ¿Qué si…?

Dado que somos hijas e hijos de Dios, miembros de la única comunidad humana creada por Dios, trabajemos juntos por un mínimo muy deseable: la limitación de la propagación de la variante Delta del COVID-19. Si podemos hacer de la buena salud de nuestros seres queridos, incluso de los extraños, una prioridad, ¿qué estamos dispuestos a hacer, a sacrificar, a ofrecer?

Al responder a la invitación del Obispo de regresar a la Eucaristía dominical, ya que elimina la dispensación de la obligación de participar en una vigilia sabatina o una misa dominical, les recuerdo a todos que consideren sus necesidades personales de salud. Si sigue siendo vulnerable debido a la edad, el estado de salud u otras preocupaciones personales y profundamente arraigadas, no está obligado por esta obligación. Aun así, un ritual de oración dominical, tal vez junto con la lectura de las Escrituras dominicales, es una manera recomendada y admirable por la cual usted o un ser querido permanecen en contacto con su comunidad de fe.

Paz, P. Andy