El Poder del Perdón y la Reconciliación
El domingo pasado, Pentecostés, concluyó el tiempo de Pascua. Los 50 días terminaron cuando celebramos el don del Espíritu Santo que continúa animando al Pueblo de Dios, la Iglesia. Pentecostés fue algo especial, y la presencia del Espíritu Santo en el mundo, en nosotros, ¡SIGUE siendo especial hoy!
Al celebrar nuestro picnic parroquial, “Willy’s Jam”, estamos invitados a ser conscientes de nuestra comunidad de fe en su totalidad y en su rica diversidad. La celebración de una misa bilingüe con casi 1,000 participantes es un gran comienzo para el día. Celebramos quiénes somos en la Eucaristía. ¡Somos un pueblo agradecido! Damos gracias por la presencia, la cercanía y el amor de Dios. Mostramos a los demás la presencia de Dios mientras disfrutan del día de actividades que siguen a la Misa. Nuestra intención es que todo trabaje en conjunto para avanzar en la UNIDAD que Dios quiere para nosotros. Si no estamos buscando la unidad el día de nuestra kermes parroquial, y todos los días, nos hemos perdido una de las enseñanzas centrales de Jesús: ¡que todos pueden ser uno!
Creo que soy como muchos de ustedes cuando digo que sigo profundamente afligido por las muertes violentas que han ocurrido en las últimas semanas en diferentes partes de nuestro país y del mundo. Nos afligimos con la gente de Buffalo, NY; Uvalde, Texas; Tulsa, OK; y desde el jueves 2 de junio, con la gente de una iglesia en Ames, Iowa, donde tres personas fueron asesinadas: dos asesinadas y una suicida. Es probable que la lista crezca entre el momento en que escribo esto y el momento en que lo leas.
Los seres humanos, criaturas de Dios, tienen capacidad tanto para la coexistencia pacífica como para la división violenta. Eso está claro. Sin embargo, también somos personas morales que pueden aprender el bien del mal. Podemos usar nuestra inteligencia y habilidades de colaboración para superar esa capacidad violenta y vivir en paz.
Los cristianos católicos son seres humanos particulares que representan a las personas que describí anteriormente. Somos personas morales e inteligentes que podemos aprender el bien del mal debido a nuestra fe en Dios. Aprendemos mirando al ejemplo de Jesús, el Cristo, y en colaboración con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo, dado en el Bautismo, alimentado en la Eucaristía, fortalecido en la Confirmación nos enseña TODAS las cosas, recordándonos lo que Jesús nos enseñó (Juan 14:26).
Nuestra fe católica nos enseña el poder de la reconciliación y la paz. Estas dinámicas, enraizadas en la persona de Jesús, el Hijo de Dios, están transformando el mundo. Cuando Jesús fue a su muerte sin violencia, y resucitó de entre los muertos sin venganza hacia sus asesinos y aquellos que lo traicionaron, mostró al mundo el poder del perdón y la reconciliación. ¡DEBEMOS MOSTRAR ESE PODER TRANSFORMADOR HOY!
Paz, P. Andy